En el contexto mundial, los expertos refieren que la vacunación tendrá éxito cuando un país cumpla con los siguientes aspectos: confianza en el sistema global de salud, en sus autoridades de salud y en las del gobierno. Lamentablemente en Bolivia, parte de la población ha perdido la confianza en la clase política desde hace muchos años por la corrupción creciente y debido al estado deprimente de los servicios de salud pública, carencia de personal suficiente, falta de buena formación académica, ética, infraestructura y equipamiento.
Es importante que el Gobierno informe de manera transparente sobre el número de vacunas compradas, su costo, eficacidad, procedencia, indicaciones, contraindicaciones, planificación de la vacunación en las poblaciones más vulnerables (personal de salud, personas mayores de 60 años, comorbilidad como la diabetes, hipertensión, obesidad, etc.) y los lugares de vacunación. Es importante planificar el traslado de las vacunas y su distribución en todo el país, la cadena de frio, el número de dosis, insumos médicos, integración del sistema de salud público y el privado, en los que se incluyen farmacias, clínicas o consultorios médicos.
Con el propósito de conocer la percepción de la vacuna en Bolivia y la decisión personal de hacerse vacunar, el Instituto para el Desarrollo Humano realizó un sondeo virtual del 8 al 17 de febrero del año en curso.
845 personas participaron en el sondeo, el 87% pertenece a la población general y el 12% a la población clave (personas con VIH, diversidades sexuales y trabajadoras sexuales). El 87% corresponde a personas entre 18 a 59 años y un 13% son mayores de 60 años. El 53% se identifica con el sexo femenino, el 45% masculino y el 1,3% es transexual.
El 48% de las personas que respondieron el cuestionario virtual vive en el departamento de Cochabamba, el 35% en La Paz, el 9% en Santa Cruz, el 18% en el resto de los departamentos. Con relación a la profesión u ocupación, el 24% trabaja en el área social, 20% son estudiantes universitarios, 15% es personal de salud y el 41% tiene otras ocupaciones.
El 55% de la población encuestada considera que la vacuna ayudará a poner fin a la crisis sanitaria por la Covid-19, sin embargo, el 45% no cree que la vacuna podrá frenar la epidemia o no sabe. El 64% está dispuesto a vacunarse, el 17% no y el 20% no sabe aún. Los principales motivos para no vacunarse son: miedo a los efectos secundarios: 56%; le falta información un 21%; un 19% refiere que las vacunas no sirven, y el 7% invoca otras razones.
En cuanto a la preferencia de marca, el 27% desea vacunarse con la Sputnik V, Pfizer 25%, cualquiera el 20%, Oxford 18% y 11% otras. Un punto relevante es que el 74% refiere que compraría la vacuna si estuviera a la venta en servicios de salud privados (farmacias), sin esperar que el Gobierno se las brinde gratuitamente.
De manera similar, se realizaron sondeos sobre la intención de vacunarse en otros países. En Colombia, el 40% refirió que no se vacunará, en la Argentina, el 38%, en Bolivia, el 17%, y en Chile el 15%.
Esta situación se debe a que, durante los últimos 20 años, el movimiento anti vacunas ha ido creciendo. Existen personas que rechazan todas las vacunas, otras solamente algunas. Las campañas contra las vacunas han sido lamentablemente reforzadas por algunos profesionales de la salud a través de las redes sociales, con teorías de conspiración que afirman que son “para controlar a la población mundial”. Pero, a pesar de esta situación, actualmente el 92% a nivel mundial confía en las vacunas. En cuanto a los indecisos, en general, con el transcurso del tiempo y la eficacia de las vacunas, la tendencia es que terminarán aceptando la vacunación.
En 1876 nace en el Reino Unido la liga nacional anti vacunas, que se basó en rumores de niños muertos después de la vacunación o de supuestas otras enfermedades como la sífilis, con el propósito de revocar las leyes de la obligación de hacerse vacunar. Estos movimientos continuaron activos durante años, sin conseguir impactos significativos, ante el innegable beneficio de las vacunas. No debemos olvidar que, en el siglo XX, la viruela mató a 300 millones de personas en todo el mundo, pero gracias a un esfuerzo internacional, en 1980 se logró erradicarla del planeta. Lo mismo ocurrió con el sarampión que mataba a 2,6 millones de personas cada año, durante tres milenios de su existencia.
Teniendo en cuenta los resultados del sondeo, recomendamos al Gobierno Nacional, autoridades departamentales y municipales de salud, que es importante recuperar la confianza de la población en el sistema de salud, estableciendo protocolos para todas las etapas de la vacunación, brindando información clara, transparente, equipar los servicios, dotar profesional calificado (por concurso de méritos); garantizar la logística del transporte de las vacunas; no mezclar los intereses políticos partidarios con la salud de la población, ni permitir privilegios políticos partidarios como sucede actualmente en Perú y la Argentina.
Sin duda alguna, vacunar al menos al 80% de la población es un gran desafío para nuestras autoridades, como también lo es para cada persona que debe tomar conciencia del bien común (aparte de su decisión de no hacerse vacunar), y de contribuir a vencer a la Covid-19 que vino para quedarse y nos cambió la vida.
El ser humano es peligroso cuando no toma conciencia de su responsabilidad por la forma de pensar, actuar y comportarse.
Dr. Edgar Valdez C.
Director del Instituto para el Desarrollo Humano – Bolivia